Al igual que la aparición del internet revolucionó el acceso al conocimiento, ya que hizo posible que pudiéramos ver, intercambiar y comunicar información al momento, la tecnología blockchain promete transformar la naturaleza del intercambio de «valor».
Históricamente, cuando hemos tenido que transferir dinero u otro material de valor hemos recurrido a un tercero que acredite que somos quienes decimos ser y que deje constancia de la transacción. Bancos, PayPal o certificados digitales son entes que cimientan la confianza entre dos partes, pero que a la vez se quedan con nuestros datos, los controlan y comercian con ellos.
Desde hace pocos años existe un sistema digital que permite transferir dinero, activos o la titularidad de un bien, entre otros, sin depender de un intermediario. Se llama blockchain o cadena de bloques y funciona como un libro de contabilidad del que todas las personas que participan tienen una copia.
En 2008 una persona o grupo de personas bajo el pseudónimo de Satoshi Nakamoto propuso que todo el mundo tuviera acceso a la misma información como vía para saltarse a los intermediarios. Como explican Guillermo Vega y Olivia López Bueno, «la clave de esta tecnología es el consenso: si todos tenemos la misma información, esa información es verdad. Y punto».
El País ha elaborado una Guía básica para entender de una vez qué es eso del «Block Chain».
Desde un punto de vista técnico, la tecnología blockchain viene a funcionar como una inmensa base de datos en la que una transferencia de información, que se ha llamado token o ficha, se agrupa en un bloque protegido mediante criptografía con otras transacciones realizadas en los últimos 10 minutos y se manda a toda la red.
Los mineros (miembros de la red con gran capacidad de computación), compiten para validar las transacciones, para lo cual deben resolver algoritmos complejos. El primero en solucionar el problema y validar el bloque recibe una recompensa (en la blockchain de bitcoin, por ejemplo, el minero recibe bitcoins).
Entonces el bloque de transacciones verificadas queda certificado con fecha de registro y se añade en orden cronológico lineal a los bloques antiguos, creando así una «cadena de bloques» que contiene el historial de todos los movimientos que se han efectuado en esa red.
En lugar de almacenar la cadena en un servidor central, se distribuye entre miles de participantes, que guardan una copia. Cada uno de estos usuarios, que viene a ser un ordenador, se conoce como «nodo» y forma parte de una red descentralizada (que no tiene un ordenador principal). De este modo, si un nodo cae o es atacado, el sistema no se ve afectado.
Esta es la tecnología que hay detrás de la moneda bitcoin, con la que se puede mandar dinero a otro país sin tener que pagar prácticamente nada. Con todo, el sistema de la blockchain va mucho allá de la transferencia de dinero y puede usarse para cualquier transacción que requiera una verificación: la información de los tokens puede representar una compra de energía, el documento de propiedad de unos terrenos o la confirmación de que las mercancías provienen de donde dicen provenir.
En efecto, la renombrada criptomoneda apenas es una de las aproximadamente 700 aplicaciones que ya utilizan el sistema operativo de la blockchain. Las cadenas de bloques, que pueden ser públicas o privadas (en cuyo caso funcionan como una especie de intranet a la que solo se puede acceder si el dueño da permiso), se pueden usar para votaciones electrónicas, contratos, gestión de historiales médicos…
«[Blockchain] es respecto a bitcoin, lo que internet al correo electrónico.
Un gran sistema electrónico que sirve de base para crear aplicaciones.
La moneda es solo una de ellas».
Sally Davies, redactora de la sección
de tecnología de Financial Times.
Son muchos los ingenieros, informáticos e inversores que creen que esta tecnología va a transformar sectores enteros, causando la pérdida de puestos de trabajo, pero también impulsando las relaciones comerciales, facilitando el acceso a sistemas financieros y de pago y protegiendo a los usuarios contra posibles prácticas de explotación y corrupción.
Pero esto es solo el principio. Las posibilidades de la tecnología blockchain aún están por verse.